martes, 17 de febrero de 2009

Tomado de http://www.acciondigital.com.ar/15-08-08/pais.html

Un país con equidad distributiva
Por Segundo Camuratti

El mundo está viviendo un ciclo alcista en los precios de la energía, que genera fuertes repercusiones en todos los países. La mayoría de los analistas juzgan muy probable que este ciclo se convierta en una tendencia de carácter permanente. Más allá de los pequeños altibajos que puedan ocurrir a corto plazo, la intensidad de su impacto dependerá de la posición neta exportadora de cada país: aquellos con producción energética excedente se verán beneficiados por la señalada perspectiva, generando un incremento en su ingreso disponible a través de las mayores exportaciones. Exactamente lo contrario le sucederá a los importadores netos.
Nuestro país es en la actualidad un exportador neto de energía y, en función de ello, ha venido beneficiándose de la reciente escalada de precios. No obstante, esa posición se ha tornado muy vulnerable y es factible que la misma cambie de signo en un futuro próximo.
Resultan bien conocidas las falencias en materia de exploración de hidrocarburos durante los últimos quince años. Al respecto, corresponde resaltar que la producción acumula diez años consecutivos de declive. Por el contrario, la demanda interna ha venido creciendo de la mano de la mayor actividad económica. Obviamente, el desfasaje entre extracción y demanda se fue ajustando a través del comercio exterior, con una fuerte caída del volumen exportado.
Dado que las retenciones aplicadas a los derivados de la refinación son mucho más bajas que las aplicadas al crudo, ello ha contribuido a sostener las exportaciones de naftas y lubricantes. No obstante, en el caso específico del gasoil, la situación es otra, ya que desde hace varios años la producción interna resulta insuficiente para abastecer el mercado nacional, y por ende, se debe recurrir en forma creciente a la importación.
La creciente demanda de carburantes enfrenta una oferta interna que opera en el límite de posibilidades de producción. Esto sucede porque desde 1988 no se realizan inversiones que tengan como destino la expansión de la capacidad instalada. Así, el volumen exportado en combustibles ha iniciado también una carrera descendente, y en lo atinente al diesel, el aumento de la demanda interna alcanzó niveles que obligaron a recurrir a la provisión, cada vez en mayor medida, de diesel importado.
Similar situación se registra con el gas natural: demanda interna creciente, enfrentando durante los últimos años una oferta prácticamente estancada. Otra vez, la variable de ajuste fueron las exportaciones, mayormente destinadas al mercado chileno. Para el corriente año se espera que el saldo comercial gasífero sea negativo, con crecientes importaciones de Gas Natural Licuado por vía marítima, única vía posible ante las dificultades de Bolivia para incrementar su propia extracción.
En resumen, la Argentina se encuentra ante una importante reducción de su superávit comercial externo en materia de hidrocarburos, tanto líquidos como gaseosos. Si no hay mayores modificaciones en las políticas de precios para el sector, este escenario supone un aumento de los subsidios a la importación de derivados, crudo y gas, con un sustancial impacto sobre el erario público, por los mayores volúmenes involucrados y por el hecho de que, al tratarse en gran medida de productos importados, los mismos deberán adquirirse a precios internacionales que resultan muy superiores a los que rigen actualmente para el mercado interno en materia de extracción de petróleo y gas.
Más allá de los diversos mecanismos que el gobierno viene usando para paliar esta situación, la creación de Enarsa en 2005, fue anunciada como la principal herramienta estratégica en materia de intervención pública en los mercados energéticos. El mayor “poder de fuego” de la nueva empresa estatal parecería radicar en el desarrollo de las cuencas submarinas. Pero, por más eficiente e intensiva que sea esta actividad, no cabe esperar hallazgos a corto plazo. Es por ello que, de no mejorar la actividad extractiva en el continente –en la cual Enarsa tiene nula intervención–, son pocas las esperanzas de detener la actual tendencia de deterioro del saldo comercial en materia de energía.
La pérdida del autoabastecimiento energético plantea un escenario preocupante, ante el cual el presente esquema de subsidios cruzados difícilmente pueda sobrevivir. Por ello, deberían recrearse los instrumentos que, a través de la debida intervención del Estado, posibiliten las inversiones recuperables a largo plazo que no se concretaron durante los 90. Pero ello debería concretarse a través de instrumentos más específicos y transparentes que los actualmente vigentes.

No hay comentarios: