lunes, 9 de marzo de 2009

“Me gusta gobernar si sirve para transformar la realidad"

Por Christian Rémoli

chremoli@hotmail.com

- ¿No tiene miedo, ahora que tomó la decisión de postularse a diputado, de que la gente de Morón sienta una especie de orfandad?

–Puede existir una sensación, no sé si de orfandad (piensa)… En realidad, hay como dos cosas. Hace casi 10 años que soy intendente, entonces si se quiere hay un pequeño duelo sobre esto. De todas maneras, yo creo que la sociedad de Morón se siente protagonista del cambio, que tiene un sentido de pertenencia con la propuesta. Por otro lado, nosotros tenemos una valoración muy profunda de lo que son los gobiernos locales, pero somos conscientes de que para poder avanzar hay que tener proyectos provinciales, proyectos nacionales, y hasta proyectos regionales. Es decir, lo local tiene límites para poder avanzar. Y después, construimos un equipo sin el cual no hubiéramos podido ser lo que somos. Por supuesto que hay una responsabilidad personal; pero Lucas Ghi, quien asumirá la responsabilidad cuando yo deje el gobierno, es una persona que viene con una experiencia de 10 años de gestión y los mismos valores, compromisos y principios.

–Los moronenses podrían decirle que lo votaron por 4 años.

–Sí, es absolutamente cierto. Pero nosotros siempre les hablamos con mucha claridad. Ya en 2004 planteamos la formación del Encuentro por la Democracia y la Equidad, que es el partido nacional. Y siempre las primeras decisiones se las transmitimos a ellos. Quiero decir, era público que queríamos construir una fuerza que fuera más allá de lo que es Morón. (Piensa) No creo que haya una cosa de tanta sorpresa. Pero puede ser que algún vecino pueda sentir esto, de que “yo lo voté por cuatro años y se va a los dos”.

–¿Existe la posibilidad concreta de un armado político de peso a la izquierda del Kirchnerismo?

–Una fuerza que profundice la distribución y que amplíe la democracia es absolutamente posible y necesaria. El propio kirchnerismo y el contexto regional generan mejores condiciones para armar una fuerza política a la izquierda del PJ. –¿Por qué es tan difícil poder hacerlo? Es una propuesta que tiene unos 5 años.–Hay una cultura muy arraigada de que sólo es posible avanzar con las estructuras tradicionales y nosotros creemos que no es así. Creemos que no hay que ceder a atajos, que hay que recuperar el valor del tiempo y de la coherencia en la práctica política, pero que esa construcción es fundamental si queremos producir una transformación profunda en el país.

–¿Y cuáles serían los nombres que estarían a la cabeza de esto?–Más allá de quién o quiénes lo encabecen, lo importante es que este espacio exista, que tenga dimensión en la sociedad, que no se resigne a ser testimonial, que tenga vocación de gobierno y de mayorías, que establezca reglas, que se nutra de debate y de militancia.

–¿Por qué a pesar del peso político que le dio gobernar Morón, recién ahora toma la decisión de salir a la provincia?

–Tenemos un profundo compromiso con la realidad de Morón y todos estos años desarrollamos una transformación que está en marcha y muy avanzada. La decisión no es de salir, sino la de ampliar el alcance de un espacio político que se viene ocupando de lo local en Morón, pero que a la vez siempre tuvo una mirada nacional de la política. Tenemos una gran valoración del anclaje territorial que le da la democracia de proximidad que se expresa en los gobiernos locales y a la vez somos conscientes de la necesidad de un proyecto nacional que le dé el marco necesario.

–Es claramente un paso previo a su candidatura en 2011.

–Respecto de la candidatura a gobernador, debo decir que a mí me gusta gobernar, me gusta hacer, me gusta ver que lo que hago sirve para transformar la realidad de la gente y permite que muchos y muchas accedan a sus derechos. Y me gusta hacerlo como parte de un colectivo político que tiene principios, que tiene ideales, que tiene militancia y que también quiere gobernar y transformar la realidad. Por eso queremos gobernar la provincia.

–Después de las elecciones de 2007, usted no descartaba a Kirchner al frente de un movimiento de centro izquierda. ¿Dónde está parado hoy usted en referencia al kirchnerismo?

–Yo lo definiría así: este gobierno creó un proceso que tiene claroscuros, que tiene contradicciones, pero que ha marcado un rumbo, y construyó un piso de cosas interesantes que hay que defender. Eso hay que defenderlo y no aceptar el techo que le ponen las estructuras del PJ. Hay que profundizar la redistribución. Por ejemplo, hay que gravar la renta financiera, extender la asignación familiar por hijo y otra cantidad de cuestiones vinculadas al tema central de la distribución. Pero esto es muy difícil de llevar a cabo si la estructura del PJ le pone un freno y le pone un límite. Por eso decimos que no nos sentimos parte de las categorías de oficialismo ni oposición. La oposición hoy propone retroceder, va contra el piso. Mirá, las dos alianzas que se constituyeron, Macri, De Narváez y Solá, por un lado, y por otro, la de la Coalición Cívica y el radicalismo, son estructuras que están claramente ancladas en lo viejo, además conservadoras y por derecha. Del otro lado, el oficialismo te propone resignarte a los límites que impone la estructura del PJ. Nuestra posición de autonomía nos permite decir que hay que construir algo distinto. Si no se hace, me parece que se pierde una oportunidad histórica importante.

–¿Qué le sugiere la actitud de Solá?

–Hoy los posicionamientos políticos surgen en función de lo que les conviene hacer para ocupar un lugar. Es decir, si el nicho vacante es por derecha, no tienen problemas de acomodar el discurso por derecha y ocuparlo. Hacen, como decía Groucho Marx “estos son mis principios, si no te gustan tengo estos otros”. Cuando renuncian a la ideología, la ideología que manda es el pragmatismo. Cualquiera puede hacer cualquier cosa, ir y venir… Hoy las estructuras tradicionales, como el PJ y la UCR, están viciadas, degradadas y en muchos casos corrompidas, vacías de contenidos, son pragmáticas y funcionales a cualquier ideología. Ya no expresan lo que alguna vez expresaron, todo lo bueno que tenían para dar ya lo dieron. Hoy pueden estar acá mañana allá, según lo que les convenga. No es correcto pensar un proyecto democrático profundo con fuerzas políticas que están por conveniencia y no sobre la convicción. Cuando deja de convenirles se van. Hoy se venden estructuras políticas como quien va a comprar pasta de dientes a un supermercado. Lo de Solá, Macri, De Narváez no es otra cosa que una expresión de la interna del PJ por derecha y anclado en lo viejo. Nosotros seguimos sosteniendo que existen las ideologías y que no es lo mismo cualquier cosa, no es lo mismo cualquier idea. La política no puede ir de la mano de los tiempos biológicos de los que enuncian las propuestas. Es decir, un tipo porque fue gobernador quiere ser presidente no importa con qué idea; otro tipo, como su nacionalidad no se lo permite (nota del Redactor: De Narváez es colombiano), el proyecto se limita a ser gobernador. Hay un nivel de degradación que es increíble, es una cosa horrorosa.

–¿Cómo es para usted trabajar con Scioli?

–La verdad es que las profundas diferencias políticas e ideológicas que tenemos no afectan en nada las funciones que tenemos, él como gobernador y yo como intendente. Eso habla bien de él.

–Pero cómo maneja, por ejemplo, cuestiones como su política de seguridad, con la que usted está claramente en las antípodas.

–Y ahí tenemos profundas diferencias. Por ejemplo, el gobierno provincial pidió armar patrullas municipales, y nosotros no estamos de acuerdo. No nos parece bueno que haya 134 policías distintas, como tampoco que haya fuerzas con empleados municipales o con policías retirados de las distintas fuerzas de seguridad. No son personas adecuadas para andar armadas por la calle ni resulta eficiente para garantizar seguridad. Nosotros planteamos, por ejemplo, tener el control político de la policía del municipio y la provincia pero no estuvo de acuerdo.–Usted sabe que cuando salga de este mini-gran mundo que es Morón, va a ser muy complicado luchar con estas armas que plantea, la autonomía sin ir más lejos. –Obviamente no considero que sea fácil nadar contra la corriente y contra la estrategia montada de que la política se debate en el marco de lo que está establecido. Pero me parece que es necesario.

–¿Cuántas veces le preguntaron cuál era la fórmula para sobreponerse a los barones del conurbano?

–La verdad que muchas (risas). Lo que sorprendió mucho es romper el molde, transformar, en un contexto donde parecía imposible. Yo creo que siempre se alimenta la idea de que no es posible vencer las estructuras y eso pasaba en Morón. Lo que más fuerte hicimos nosotros fue vencer la cultura de la resignación y mostrar que se puede construir una gobernabilidad transformadora, rupturista, de construcción de ciudadanía, de inclusión social. No es que no se podía, no es que los barones del conurbano habían puesto una marca para siempre y esto tenía que ser así. Esto no quiere decir que acá en Morón esté todo resuelto. Somos conscientes de lo mucho que falta, pero creo que lo más importante es eso, haber construido una política distinta, una relación distinta de la política con la sociedad, que permite volver a creer y volver a enamorarse de la idea de que se puede y que vale la pena. Pero fórmulas no hay. Sí es importante tener la vocación de hacerlo y recuperar el valor de la coherencia entre lo que uno piensa, dice y hace. La posibilidad de volver a creer no se resuelve con discurso, sino con una comunidad que se da cuenta de que esas apuestas permiten que la cosa avance.

–¿Y ahora que pasaron los años, cuál fue la parte más áspera de todo ese momento?

–La situación inicial fue muy difícil. Pensá que esto era el paradigma de la corrupción menemista. Lleno de prevendas y de privilegios, tomado por una banda cuasi mafiosa que usaba el estado para sus propios privilegios. Cuando nosotros vinimos a proponer todo lo contrario a lo que significaban ellos, no fue que dijeron “que bueno, vienen estos pibes” y se fueron tranquilos. Trataron de resistir generando niveles de confrontación que en algún momento fueron muy altos. Y además, querían recuperar con la violencia lo que habían perdido en las urnas. El sostén de todo lo que pudimos hacer fue la comunidad de Morón, que participó, que se metió, que no bajó los brazos… en definitiva, que fue protagonista. Me preguntabas antes cuál había sido la fórmula o el secreto: el secreto justamente es que no haya habido ningún secreto. Ojo, no nos confundamos, Morón no es Copenaghe (risas), quedan muchas cosas por hacer, quizá más de las que hicimos, pero estamos orgullosos del camino.
Edición Impresa
Miradas al Sur
8 de Marzo de 2009

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