Después de 17 días al fin comenzaran las clases en la
Provincia de Buenos Aires sin antes dejar jirones de la pelea. Los docentes
bonaerenses pelearon duro con cuanta fuerza se interponía en su camino como
aquellos héroes que terminan dando batalla a los gigantes y al fin salen
victoriosos.
Comenzaron su lucha hace varios años, pero los hitos más
importantes para entender este periodo tan extenso de paro laboral los tenemos
que buscar en el pasado. Un pasado que ha menospreciado a los formadores de
generaciones tras generaciones y que han hecho mella en sus almas. Se ha dicho
que ser docente se conseguía teniendo una gran vocación y que era casi un
apostolado, presentando a los maestros como aquellos que dedicaban sus días a
enseñar el evangelio con su consigna “no os preocupéis por lo que habéis de
comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.”(Mateo 6:29) Pero eran maestras de
escuelas que decidían vivir con poco en un principio o eran las esposas de
algún acaudalado que misericordiosamente trataba de mejorar la situación de los
más desprotegidos dándoles educación y formación de lectoescritura.
Las épocas
cambiaron y de los maestros clérigos y maestras acaudaladas y revolucionarias
llegamos a una actualidad muy diferente. Donde las maestras y profesores viven
de su salario, del trabajo que no solo se hace dentro de las aulas, sino en el
tiempo que pueden quitar a su descanso o tareas de la casa. La preparación
docente es más exigente y lleva años, tal como el que se prepara para ser
ingeniero o abogado. Pero con diferentes situaciones al correr el tiempo. Los
que enseñan llevan adelante la formación de mejores generaciones educadas e
instruidas a tal punto de ser reconocidos internacionalmente por la calidad
educativa de nuestra Nación y por ende siendo visitada por miles de extranjeros
que estudian en nuestra tierra.
En estos últimos
años los educadores han sido agredidos verbal y físicamente, han sido
menospreciados por gobiernos económicamente opuestos a la mejora del sistema
educativo, que han vaciado de contenido curricular y no se han preocupado por
las construcciones donde los jóvenes estudian y los docentes trabajan. Estos
gobiernos neoliberales propiciaron la aparición de escuelas factorías, donde
los docentes pasaron a ser meros empleados para ayudar al propietario a
generar su riqueza. Estos nuevos
empleados perdieron los derechos fundamentales y comenzaron a ser oprimidos por
sus patrones, juzgados por los padres que “pagan y se creen con derechos
extras”, impedidos de solicitar aumento de sueldo o tal vez tomar licencia por
enfermedad. Estos pacientes docentes se encuentran en un sistema capitalista
que avanzo a las organizaciones que controlan la educación pública.
La educación
pública en nuestro país ha sido deteriorada constantemente. En periodos más que
otros, pero llegado el presente es inocultable el ninguneo y menosprecio que
las autoridades ejercen sobre los trabajadores de la educación. Han sido acusados de ser vagos, tomarse más
licencias de las necesarias, tener 3 meses de vacaciones, de hacer paro para no
dar clases, de no acatar las reglas capitalistas de conciliación “obligatoria”
y oponerse a la orden de los jueces. Todo esto no ha hecho más que mellar lo
más profundo del corazón. Aquellos que fueron tenidos como paradigma de ser
personas importantes en el estrado de las profesiones, ahora son pisoteados,
maldecidos y llevados a la confrontación por los malos lugares laborales y los
magros salarios que obligan trabajar doble y triple turno para poder cubrir su
canasta familiar.
Pero lo que no
calculaban desde los escritorios gubernamentales es que se pusieron en contra a
los más peligrosos enemigos, que formaran las próximas generaciones “metiendo”
en esas frágiles cabecitas la importancia de la lucha obrera, de ganar los
espacios de poder y de enfrentar a los gobiernos intransigentes y violadores de
los derechos fundamentales. En la provincia de Buenos Aires se libro otra lucha
con los docentes y no fueron las corporaciones las que ganaron. Los docentes
bonaerenses vuelven y comienzan las clases
pero ya no son los mismos y lo que enseñen estará atravesado por sus vivencias.
Por último recuerden que esas indefensas y dulces maestras, esos profesores
desgarbados y raros son los docentes que luchan, protestan y también están enseñando.